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Economía

Al estallar la guerra, el gobierno de M.I. Prado redujo el pago de las pensiones y todo lo que significaban gastos pasivos. Los empleados públicos, por su lado, renunciaron a un porcentaje de sus remuneraciones y se dispuso crear contribuciones personales extraordinarias a todos los peruanos, a los que se sumaron muchos residentes extranjeros. También se crearon otros impuestos prediales y de patente industrial, y se gravó la exportación del azúcar. Sin embargo, aún no estamos en capacidad de saber a cuánto ascendió la contribución de guerra en las poblaciones urbanas, especialmente en Lima. Hubo también donativos en joyas y otras especies.

El estado acudió al languidecido sector bancario que donó un millón de soles. Como no era suficiente, Prado intentó levantar un préstamo con los bancos Del Perú, Providencia, Garantizador y Territorial Hipotecario que ascendió a casi 900 mil soles. Quedó a cargo del Congreso definir el programa de devolución. También el Banco de Londres, México y Sud América entregó un millón y medio de soles pero exigió una garantía más precisa: objetos de arte y joyas de las iglesias. Por ello, el arzobispo de Lima entregó toda la platería, excepto lo indispensable para el mantenimiento del culto. Según Jorge Basadre, los donativos o préstamos internos, alcanzaron los 6 millones de soles en diciembre de 1879

Perú

La situación de Bolivia estaba caracterizada por el aislamiento, por los largos, inhóspitos y difíciles caminos para comunicarse con otros países a través de la Cordillera de los Andes, el Desierto de Atacama o los largos caminos a Buenos Aires. La capital, La Paz, no estaba conectada al mundo por el telégrafo y las noticias debían ser enviadas a Arica o Tacna a pie. Para el viaje a Cobija se necesitaban 15 días, a Arica 5 o 6 días, para Mollendo se debía viajar a pie, luego el lancha y por último en tren. Existieron, durante la crisis 1878-79, negociaciones para extender el ferrocarril de Antofagasta al Altiplano, pero lamentablemente no prosperaron.

Dada la falta de estadísticas oficiales para describir la gravedad de la situación social y económica de Bolivia antes de la guerra, el historiador boliviano Roberto Querejazu utiliza la metáfora de los jinetes de la apocalipsis: la peste, el hambre, la muerte y por último la regencia de Hilarión Daza. Sequía, paludismo y disentiría azotaron Bolivia sin misericordia. La sequía causó una baja de la producción agrícola con la consiguiente hambruna entre los pobres. La peste y el hambre se enseñorearon en Bolivia.

Los productos de exportación de Bolivia eran la plata, el estaño y el salitre. Pero este último no contribuía directamente a la recaudación fiscal dado que la empresa chilena (CSFA) que lo extraía lo exportaba exenta de impuestos en consideración a que había debido financiar la completa infraestructura (caminos, puertos de embarque, abastecimiento, vivienda, etc) de la región desértica necesarios para iniciar la explotación. La compañía aducía que un alza de impuestos haría la explotación de yacimientos de tan baja ley económicamente inviable.

Bolivia

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